Cuando Dios era un conejo por Sarah Winman
Lo que más me gusto en principio
de este libro fue el título. Sugiere un contenido nostálgico, una narración
desde la infancia, cuando la vida era simple y un conejo podía ser tan
importante para alguien como para llamarlo Dios.
Efectivamente es un relato vital que narra la
historia de dos hermanos. Son contemporáneos a aquellos que tenemos entre cuarenta
y cincuenta años, así que la secuencia del tiempo en el que transcurre la
historia es totalmente reconocible. Quizá esto sea uno de los encantos de esta
novela y también uno de sus defectos, no creo que resista el paso del
tiempo porque está demasiado concentrada
en un espacio temporal y no cuenta con la profundidad suficiente para que
futuros lectores encuentren lugares comunes que despierten su interés.
En la contraportada dice que
trata de amor, y sí, efectivamente trata de amor, de desengaños, de encuentros
y de perdidas; en definitiva, trata la vida. Resulta curioso lo pequeño que es
el circulo en que se desarrollan los hechos que conforman los recorridos
vitales y lo escasos que son los personajes que importan, los que son decisivos
para la transformación que todos sufrimos desde la infancia a la madurez
pasando por la juventud. La pertenencia de los protagonistas a una familia
ciertamente peculiar le da interés y originalidad a la historia.
Es una obra recomendable, yo
al menos me he divertido y emocionado con ella. Es una literatura poco solemne e
indudablemente efímera. Tiene buen ritmo,
un estilo natural y ligero y una forma correcta. Sin embargo quizá es un poco
superficial en el fondo.
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