«La sombra del viento» por Carlos Ruiz Zafón


No lo leí cuando lo publicaron, pero después de la muerte de Ruiz Zafón hace pocos meses, un artículo sobre el autor despertó mi curiosidad que hizo que empezase a leerlo. Es una novela que contiene todos los ingredientes no solo para ser un éxito editorial efímero sino también para ser leída sin perder interés cuando pase el tiempo.

 

Situar la acción en los años cincuenta del siglo pasado consigue el efecto de que Barcelona sea un lugar reconocible, de alguna manera idealizado. Cada descripción, cada recorrido por la ciudad trasmite al lector un profundo amor por ella, por su atmosfera y su luz, y aunque los espacios concretos donde se desarrolla la trama no existan, o no existan ya, resultan perfectamente imaginables en la Barcelona contemporánea. La narración nos coloca en un espacio real que ha dejado de serlo por el paso del tiempo, exactamente como se describe en la novela, pero que reconocemos sin problema.


Hay, como en las novelas clásicas, una conexión muy estrecha con la realidad pero se permite alguna distorsión de la misma como por ejemplo con la existencia física de un lugar laberintico, el cementerio de los libros que, aunque no fuese real, podría serlo perfectamente. He señalado esta en concreto por explicar a qué me refiero pero hay muchas más. Estas digresiones se incardinan en la historia de manera natural sin problemas. Esto exige una gran técnica literaria y es una característica que apenas se ve ya en este género y que a mí me parece muy reseñable.


En orden a los personajes, hay un núcleo muy pequeño, apenas el protagonista y un par más, que tienen un perfil muy definido, que crecen y se desarrollan en toda su extensión durante la trama. Tienen carácter y entidad y sus comportamientos son coherentes y al lector le resultan previsibles. Junto a este núcleo el autor introduce un gran número de secundarios que son mucho más etéreos y ambiguos.  Esto le permite jugar con ellos de manera flexible e incorporarlos a la trama de distintas maneras y con giros inesperados sin que resulte increíble.

 

Por último, creo que es una historia original, bonita y bien planteada, con las necesarias ramificaciones del argumento que se van luego reconduciendo a la trama principal, algunas se quedan un poco desdibujadas y otras se rematan con más claridad, pero en general toda la historia sigue un hilo bien compuesto y con sentido. Tengo que decir que en algunos momentos me ha resultado un poco folletinesca, aunque este adjetivo no lo uso en sentido peyorativo sino más bien descriptivo de un cierto tipo de relatos, que durante mucho tiempo eran muy propios de las grandes novelas.

 

Este año he leído dos libros con el mismo tipo de características, que son lo más parecido a la idea de lo que yo entiendo que es el género novelesco puro. «El caballero de Moscú», de Amor Towels y «La sombra del viento», de Carlos Ruiz Zafón.  Ambos los recomiendo vivamente.


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