«Confusión de sentimientos», por Stephan Zweig


El maestro, gran constructor de historias, creador de personajes y analista de caracteres, ofrece en este libro otro trabajo excelente. Soy una entusiasta de la obra de Zweig y me rindo siempre ante la elegancia de sus planteamientos y la inteligencia en la elección de los argumentos que siempre suelen ser una excusa para analizar sentimientos y caracteres del alma humana que nunca se quedan en meras historias entretenidas.

Hay una reflexión que he hecho mientras que leía este corto pero intenso relato. Y es lo que se puede aportar como comentario a la lectura, siempre interesante, de una obra de este autor. «Confusión de sentimientos» es un libro publicado en 1926, en ese momento de la historia y de la sociedad, podría haber sido posible la composición que hizo de los personajes que la protagonizan.  Hoy en día lo encuentro poco probable. Por un lado, el personaje protagonista del profesor es perfectamente transportable a nuestro tiempo en sus actitudes, pues el ocultamiento de las tendencias sexuales es algo que sucede quizás con más frecuencia de la que se podía pensar. Sin embargo, lo que me parece casi imposible de suponer es que en nuestros días un chico de diecisiete años tenga la inocencia y la falta de malicia para preservarle de observar la inclinación singular que sentía por él su admirado maestro.

Es un libro agudo y certero en las descripciones de las actitudes erráticas y la compleja psicología, no sólo de los dos protagonistas, maestro y alumno, también de personajes secundarios como la mujer del profesor, a los que dota de una presencia imprescindible para la comprensión del conjunto.

Leer a Zweig es siempre una experiencia enriquecedora pues ha conseguido traspasar la barrera de lo efímero y forma parte en mi opinión de esos autores a los que se pueden acercar lectores de muy diferente edad en busca de experiencias literarias diversas. Tanto como si son novelas, toda la obra biográfica, la puramente histórica o sus propias memorias «El Mundo de Ayer», siempre deslumbra y atrapa al lector con su prosa ligera y la profundidad de sus conocimientos que fluyen con naturalidad sin alardes de erudición. Por eso es tan accesible sin renunciar a una profundidad intelectual inmensa. Sus obras tienen la cualidad de ser susceptibles de ser entendidas y valoradas por la mayoría de la gente. Esta cualidad y el éxito del que gozó con la difusión de sus libros hizo que fuese considerado por la “elite” académica de su tiempo un autor trivial. Yo personalmente pienso que es algo totalmente injusto.

 



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