Restos mortales por Donna Leon

Desde que en 1992 se inicio la serie con Muerte en la Fenice, leo cada nuevo episodio  de Donna  Leon cuando se publican, que es más o menos con una frecuencia anual.

Los veintiséis episodios que componen hasta el momento los casos del comisario Brunetti son de muy diferente calidad; los hay buenos, regulares y francamente malos pero siempre me compensa la visita a Venecia, la recreación de los paseos acompañando al comisario, el reencuentro con Paola, su familia y su mundo. Sin embargo, en las ultimas entregas de la saga se colaban demasiado  las inquietudes ecologistas de la autora que ha terminado utilizando a sus criaturas literarias como plataforma para formular sus alegatos a favor del medioambiente.

Pues bien, he de decir que la ultima de sus novelas, Restos mortales, me ha parecido un completo fiasco por varias razones. La primera es que ya no se desarrolla en la ciudad de Venecia sino en las islas de la laguna, lo que supone renunciar  a los recorridos por puentes y campos y a ir de la questura a su casa pasando, o no, por Rialto. La segunda es que creo que ha perdido el sentido de la medida y parece más triste y preocupada por la muerte de las abejas que por la del hombre que es asesinado y la resolución del crimen. Al final todo concluye con un montón de proclamas contra los industriales sin escrúpulos que matan y contaminan.

Hace poco vi un documental sobre un insecto "El avispón gigante asiático" que destruye colonias enteras de colmenas de abejas en pocas horas solo para alimentar a su propia reina. Naturaleza salvaje en estado puro. Lo único que pensé cuando lo vi fue: !Madre mía como se entere Donna Leon!
   




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