«Churchill, la biografía» por Andrew Roberts

Creo que haber añadido “la biografía” en el título del libro es un acierto porque verdaderamente esta será a partir de ahora la biografía de referencia de Winston Churchill. Es un trabajo verdaderamente extraordinario de documentación ya que, además de los archivos históricos que hasta ahora no se habían podido consultar, añade una gran cantidad de fuentes a las que ningún otro biógrafo de Churchill había tenido acceso, como la correspondencia familiar o los diarios personales del Rey Jorge VI además de una ingente cantidad de testimonios directos e indirectos de muchos de los personajes que fueron sus contemporáneos. 

Es una obra extensa de casi 1400 páginas de las que, para certificar su rigor científico, más de cien están dedicadas a la documentación de las fuentes utilizadas Todo ello esta minuciosamente recogido, así como un índice analítico exhaustivo que facilita la consulta parcial de la obra. Aunque por su extensión parezca difícil de abordar, el libro es muy fácil de leer. Hay una dosis perfecta en prácticamente cada página de hechos contrastados, de opiniones, de testimonios y de anécdotas triviales.

El libro de Roberts es una mezcla bastante perfecta entre las biografías clásicas y el estudio historiográfico de un profesor de historia. Los grandes biógrafos del siglo XX solían añadir un epígrafe al título principal de sus grandes biografías para resaltar así lo que ellos consideraron que constituía la característica esencial del personaje tratado, así hace por ejemplo Maurois en «Don Juan o la vida de Byron» y también Stephan Zweig que titula la biografía de Fouché con el epígrafe “retrato de un político” y Ludwig con «Goethe, la historia de un hombre». La manera de escribir biografías de estos escritores estaba encaminada a hacer un retrato del personaje que expresase el carácter del sujeto situándolo en el contexto temporal y espacial histórico en el que se desenvuelve. No eran obras de investigación científica de datos concretos, sino que se centraban más en el conocimiento del carácter y la psicología del individuo poniéndolo en relación con la época en que vivieron, cuya atmosfera recreaban perfectamente pues todos eran grandes escritores, haciendo de este modo que resultasen obras muy accesibles al lector no especializado. Quizás no todas tengan un rigor histórico fuera de duda, pero desde luego los tres biógrafos que he citado fueron intelectuales muy serios que documentaron sus obras a conciencia. Sin embargo, no creo que su intención fuese la investigación histórica sino más bien la explicación de la conducta del personaje enmarcándolo en las circunstancias sociales, culturales y políticas que le fueron propias. La biografía de Roberts si que está escrita con la intención de ser una obra con gran rigor histórico que aporta nuevos datos y nueva luz a acontecimientos que parecían completos, a los que aporta una perspectiva mucho más plural porque analiza los hechos desde muchos puntos de vista. Por otro lado, en lo que me recuerda a las clásicas biografías, es en que todo el análisis del carácter de Churchill este hecho bajo la perspectiva de su cualidad esencial, por eso hubiera sido muy apropiado que el titulo hubiese sido acompañado del epígrafe “la encarnación del liderazgo”.  

Como no podía ser de otra manera la biografía sigue un orden cronológico natural, es decir, comienza con el nacimiento y análisis de sus origines y continua con su juventud y época de formación, siguiendo un orden temporal va recorriendo toda su larga vida y su impresionante carrera en el servicio publico, aportando en cada uno de los periodos testimonios de las personas que formaron parte de esas etapas. 

En el ámbito de su carrera profesional su relevancia fue muy temprana. Churchill es coetáneo de una gran cantidad de personajes que fueron parte activa de la historia del siglo XX. Reyes, políticos, militares, aristócratas e intelectuales, prácticamente todos dejaron constancia escrita de la opinión que tenían sobre él y sobre sus acciones, sus motivaciones y su comportamiento. Entre las fuentes de Roberts se encuentra una ingente cantidad de documentos que proceden de su entorno cercano intimo como pudieron ser sus asistentes, ayudantes o secretarias. Es importante decir que los testimonios están muy bien escogidos ya que aportan mucha información y una enorme cantidad de puntos de vista sobre cada momento.

No es una biografía apasionada, en el sentido de aquellas en las que el biógrafo esta abducido por el personaje, pero es verdad que cuando se avanza en la lectura se va advirtiendo una creciente admiración por él. Dicho esto, Roberts hace un retrato con luces y sombras, muchas sombras que no evita mostrar. Subraya muy insistentemente la importancia de su padre en la motivación vital de Churchill. 
Wiston nunca olvido la injusticia con que su padre fue tratado por sus correligionarios y siempre estuvo convencido que ese trato frustro la brillante carrera a la que estaba destinado. Por otro lado, la despectiva indiferencia con que Randolph Churchill trato a sus hijos fue el aliciente más eficaz para despertar en Winston el deseo y la voluntad de demostrar la calidad de la herencia recibida. La muerte prematura del padre sirvió para que sublimara su figura y cribara los recuerdos no siempre gratos que tenia de él. Hay una huella intensa de este deseo de reivindicación frente al desprecio de su padre en toda la obra humana de Winston Churchill.

Para terminar, debo decir que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una biografía, por la magnitud del personaje, un ser realmente excepcional y actor principal de un periodo apasionante de la historia, y por la oportunidad de entender la importancia que tuvo su liderazgo en el desarrollo y desenlace de la II Guerra Mundial. Ya hace tiempo que no surgen en el mundo figuras de la fuerza y magnetismo como las que forjaron la historia de la primera mitad del siglo XX. Personas que ejercieron liderazgos tan potentes y extremos que condujeron al horror y la destrucción. De entre ellos, el que ejerció Churchill no sólo ante los británicos sino también a la cabeza de todos lo que se oponía a Hitler, fue lo que condujo a los aliados a la victoria y al mundo que surgió de aquella. El presente sería distinto si no hubiese sido así.

Cuando las condiciones son tan adversas y difíciles como las que vivimos ahora, se echa en falta alguien que como él fuera capaz de encarnar el liderazgo de esa manera tan perfecta.

Comentarios